Por: Anny Mariel Gómez
Hoy 18 de febrero como cada año desde que fue promulgada la ley nº 108 del año 1967, en la República Dominicana se celebra el Día Nacional del Estudiante.
Una fecha que se conmemora en el mundo otros días dependiendo la nación. Tal celebración suele relacionarse con la juventud y la llegada de la primavera, por representar esta estación un simbolismo del nacimiento y reverdecimiento de la esperanza de tener un país con un mejor futuro.
Este año, los alumnos dominicanos ven arribar otro “Día del Estudiante” esperando sean escuchados sus más elevados reclamos, peticiones que se agudizaron durante el pasado 2011 cuando grupos manifestantes hicieron público su descontento ante el Estado por entender deben priorizarse en las necesidades del sistema educativo dominicano.
En vano fueron alzadas las voces que reclamaban fuera asignado el 4% del PIB (Producto Interno Bruto) para la actividad educativa en el país.
Estas manifestaciones buscaban llamar la atención sobre el bajo desempeño mostrado por los estudiantes dominicanos en los diferentes niveles escolares.
Otra prioridad además, hacer un llamado sobre las dificultades que carecen algunos recintos o escuelas, donde se visualizan condiciones de extremo deterioro, no apto para recibir docencia, así como los bajos salarios que recibe el sector magisterial de República Dominicana, entre otros factores que colocan a dominicana entre los 5 países con menos índice del desempeño en las 4 áreas de la enseñanza.
Es en los estudiantes que descansan las esperanzas de un pueblo que aspira a desarrollarse y es su compromiso brindarle sus más valiosos aportes a la sociedad, pero es una de las responsabilidades del Estado proporcionar los recursos suficientes que contribuyan a la formación de los docentes, con una educación digna y de calidad de acuerdo a la época en que vivimos puedan lograr una República Dominicana como un día lo visualizaron nuestros patriotas.
Dice don Bosco “La buena educación es el germen de muchas virtudes”. Centremos en invertir en la clave del futuro de los pueblos con aspiraciones y visión de desarrollo: la buena educación.
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